Amigas, amigos: Hoy conmemoramos el inicio del movimiento de Independencia Nacional encabezado por esos dos curas rebeldes, extraordinarios, Miguel Hidalgo y José María Morelos. Los padres de la patria lucharon contra el colonialismo español pero también y, de manera contundente, a favor de la igualdad y contra el racismo y la explotación. No olvidemos que Hidalgo proclamó la abolición de la esclavitud y en su defensa, cuando lo acusaron de hereje, manifestó al pueblo que el Dios de los opresores era el dinero. Morelos por su parte exigía, en su célebre documento “Los Sentimientos de la Nación”, que no importara el color de la piel; que se moderara la indigencia y la opulencia; que se elevara el salario del pobre; que se educara al hijo del peón igual que al del más rico hacendado; que hubiera un tribunal de justicia para defender al débil de las arbitrariedades del fuerte y que el poder dimanara del pueblo. Por eso, en la víspera del bicentenario del Movimiento de Independencia, más que el festejo frívolo al estilo porfirista, debemos refrendar el compromiso de seguir luchando para hacer realidad los anhelos que dieron origen a esa gran gesta histórica del pueblo y de sus dirigentes. Lógicamente, ahora las condiciones son otras. No podemos negar los avances; las generaciones que nos precedieron dieron continuidad a esa lucha y ha habido otras dos importantes transformaciones: el movimiento de Reforma y la Revolución de 1910. Pero hoy en día siguen vigentes las demandas de libertad, justicia y democracia: aunque con disimulo, actualmente sigue habiendo racismo, discriminación, una profunda e infame desigualdad social, y la inmensa mayoría de los mexicanos vive sometida por un grupo con intereses creados que domina por encima de los ordenamientos constitucionales y por medio del control y la manipulación que ejerce a través de los medios de comunicación. Esta mafia, que confiscó todos los poderes y actúa en los hechos como un supremo poder oligárquico, ha venido imponiendo una política de pillaje, de saqueo impune de las riquezas del pueblo y de la nación y ha condenado a la mayoría de los mexicanos al sufrimiento, a la sobrevivencia, al destierro y a la inseguridad. Por culpa de esta funesta camarilla, prevalece una esclavitud disfrazada: unos pocos, que tienen mucho, mantienen en la opresión a muchos que tienen poco. Éste es el fondo del asunto, ésta es la principal causa de la tragedia nacional. Sólo así se explica que en un país con tantos recursos naturales y con un pueblo bueno, noble y trabajador, deba padecerse por el desempleo y la pobreza y no se pueda vivir con alegría y bienestar, sin miedos ni temores. Pero lo peor de todo es que esta minoría que oprime al pueblo no está dispuesta a ceder en nada: quiere llevar sus excesos al extremo, aunque termine de arruinar a México. Ahora lo vemos de nueva cuenta: hay una profunda crisis económica y de bienestar social y, en lugar de modificar la política antipopular y entreguista, esa minoría se empecina en profundizarla. Las medidas dadas a conocer la semana pasada para supuestamente enfrentar la crisis de las finanzas públicas, no son más que otra vuelta de tuerca para seguir exprimiendo al pueblo. Esta oligarquía, representada por Carlos Salinas, que es el que gobierna de facto en México (porque a Calderón sólo lo tienen de monigote), pretende aumentar todos los impuestos, inclusive crear impuestos nuevos y seguir subiendo el precio de las gasolinas, el gas, el diesel y la energía eléctrica. Desde aquí les invito a que nos congreguemos el próximo lunes, en San Lázaro, a las 5 de la tarde, para tratar este tema a profundidad, tomar decisiones y presentar nuestra propuesta alternativa de Ley de Ingresos y de Presupuesto. No lo olvidemos. Lunes próximo a las cinco de la tarde, frente a la Cámara de Diputados. Ahí nos volveremos a encontrar. Amigas y amigos: Cada vez es más claro que los males que aquejan y atormentan a la nación no podrán remediarse si no llevamos a cabo un verdadero cambio, una renovación tajante de la vida pública; una transformación como la que lograron los movimientos de Independencia y de Reforma, y como lo fue la Revolución Mexicana. Esta transformación que necesita el país debe conseguirse de manera pacífica, con mucho trabajo de orientación, concientización y organización del pueblo. Éste es el único camino para enfrentar la decadencia y lograr el renacimiento de México. Y repito una vez más, algo que es la esencia de nuestra estrategia, lo que resume todo: Sólo el pueblo puede salvar al pueblo; sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación. Por eso hoy, en esta fecha histórica, convoco a todos los integrantes de este movimiento, y a los hombres y las mujeres de buena voluntad, decididos sinceramente a luchar por un verdadero cambio, a que juntos llevemos a cabo, una campaña nacional de concientización que permita despertar a quienes son engañados por la mayoría de los medios de comunicación que están al servicio a la mafia del poder. Esta campaña debe ir orientada a toda la población y particularmente a las clases medias, que han sido las más manipuladas acerca de los propósitos reales y sinceros de nuestro movimiento. Liberemos con argumentos a los sometidos y a los engañados por los medios de comunicación. Demos respuesta a la mentira inducida de que todos los políticos son iguales. Digamos con orgullo que nosotros no somos corruptos; que no engañamos ni traicionamos al pueblo. No permitamos que la gente caiga en el conformismo, la desesperanza o la frustración, pensando que no hay salida. Sostengamos que sí se puede sacar a México del atraso, de la corrupción y de la pobreza; que sí es posible mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los mexicanos. Debemos transmitir la certeza de que, juntos y organizados, podemos derrotar a la oligarquía y hacer valer la democracia. Hay que decir con firmeza y a los cuatro vientos que sí se puede tener un gobierno honesto, un gobierno que distribuya con justicia los frutos del trabajo y de las riquezas de México y que garantice el bienestar y la felicidad del pueblo. Les propongo que cada uno de nosotros se comprometa a orientar y hacer conciencia entre familiares, vecinos, conocidos, amigas, amigos, compañeras y compañeros de trabajo. Con este propósito, la comisión de difusión de nuestro movimiento ha elaborado materiales que pueden ser utilizados y reproducidos de manera inmediata. Estos materiales ya están en la página de Internet del Gobierno Legítimo: www.gobiernolegitimo.org.mx Yo le pregunto a ustedes: ¿Vamos a participar en la campaña nacional de concientización para la transformación del país? (La audiencia responde sí) Adelante, manos a la obra. Amigas y amigos: Estoy consciente de que esta campaña de concientización demandará de mayores esfuerzos, pero es indispensable que sigamos luchando y es también nuestro deber. Además, es mucha la satisfacción que produce luchar por causas justas. La felicidad, como lo he venido repitiendo, no es la codicia ni el individualismo, no es acaparar bienes materiales o riquezas; no es el lujo barato, ni el triunfo a toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole. La verdadera felicidad es estar bien con nuestras conciencias, estar bien con nosotros mismos y estar bien con el prójimo. Y eso es lo que estamos haciendo, luchando en pos de causas justas, luchando en pos de los demás. No olvidemos que Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Villa, Zapata, los hermanos Flores Magón y muchos más, hombres y mujeres, lo dieron todo por sus convicciones, por sus ideales y por su profundo amor al pueblo. Les hablo así porque, como lo han demostrado y lo siguen demostrando, al igual que muchos otros mexicanos, ustedes no se dejan engañar ni están dispuestos a claudicar o rendirse. Son hombres y mujeres excepcionales que siempre, estoy seguro, estarán a la altura de las circunstancias. Por eso les vuelvo a manifestar todo mi respeto y mi más profunda admiración. Gracias, muchas gracias, por su dignidad, por su rebeldía, por su perseverancia, por su terquedad, por su necedad de no venderse.
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