Facebook QuintaEsenciaEnLinea

lunes, 2 de noviembre de 2009

LA DISCAPACIDAD REAL

La más grande discapacidad es la que incapacita para amar, ¡ya tenemos en qué ocuparnos!. No haré un tratado del amor, solo es ésta una invitación a reflexionar sobre el motor que mueve al propio ser. Te invito a checar si es una verdad que todo está regido por éste sentimiento. Hay quienes dicen que todo fue creado por amor, que existimos por amor y que es el amor lo que mantiene la sobrevivencia de la especie. Yo me atrevo a asegurar que sólo mediante éste sentir y la práctica del mismo llevada a sus últimas posibilidades del ser en todos los ámbitos de la vida es la solución de la presente extinción humana.
Así el reto es saber cómo es que andamos por la vida haciendo y deshaciendo bajo el respetado y defendido derecho de libre albedrío, con la bandera de libertad en todas las expresiones y manifestaciones del ser. Pretendiendo profundizar, el meollo del asunto es si sabemos para qué hacemos y deshacemos, y ahondando aún más, si reconocemos el motor que nos mueve para tales situaciones.
Porque a mi consideración aquí radica la frustración existencial a la que nos remitimos cuando solo actuamos por actuar, por seguir costumbres o tradiciones, cuando nos movemos por las creencias que tenemos arraigadas como verdad, o cuando no ni sabemos lo que estamos haciendo.
Los resultados no son lo que esperábamos, esto es común de escuchar. Pero hay quienes sin ninguna meta y sin ningún propósito claro de su actuación se atreven a firmar lo anterior cuando no tienen un proyecto de vida ni una meta a seguir, solo hace y deshacen porque es la ocasión, o porque eso es lo que la vida le ofreció de momento. Y si les preguntamos qué esperabas con tu comportamiento, o qué esperabas con tu actitud, o qué esperabas con … seguramente la no sabrán responder, o titubearán ante el cuestionamiento porque simplemente no hay dirección clara ni fija para actuar.
Esta es una auténtica discapacidad, porque de los actos fallidos se procesan actitudes y posturas ante la vida cuyo extremo es la incapacidad para crear, gozar y proyectarse como ser humano hundiendo al sujeto en una desesperanza y desmotivación para volver a empezar. Lo cual conduce a la discapacidad para vivir y ser feliz producto de consignas de no merecimiento, entre otras igual de nefastas.
Cuando una persona se estaciona en la discapacidad no hay poder que le mueva de ahí. Es solo la voluntad propia la que puede. Esa voluntad propia ha de generarse solo por el deseo de querer vivir y su tirafondo será motivar el sentimiento del amor a sí mismo y a la vida para que se detone la acción llamada voluntad propia.
Este proceso de activación de las herramientas que potencían el desarrollo humano es el mismo mecanismo que lleva a la rehabilitación de cualquier discapacidad, sean éstas: sensoriales, de la comunicación, motrices, mentales, múltiples y otras…
Por tanto el amor todo lo puede, los que habríamos de poder amar somos los humanos. Y la practica del amor en todo su esplendor y en todos los ámbitos de la vida común y diaria puede ser la solución de la autodestrucción humana que está dia a día toda vez más acelerada.
autora CARMEN HERRERA RUEDA.

No hay comentarios.: