Conmemoramos 700 años de la grandeza de México-Tenochtitlan. Su legado no es ruina ni nostalgia; es esperanza. Una semilla que sigue brotando, luchando, enseñándonos que la historia no se borra. El verdadero futuro sólo puede construirse si abrazamos con valentía todo lo que fuimos y todo lo que somos.
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