Chicoloapan Edomex.-En
este 21 de marzo, los habitantes de esta comunidad recordamos uno de los eventos más importantes en
la vida del municipio de Chicoloapan; es el que aparece en Acta de Cabildo del 30 de
septiembre de 1885, bajo la presidencia de Antonio Solares, es
en el que se da a conocer el
contenido del decreto número 26 de
4 de septiembre del mismo año, en el que la Legislatura del Estado de México, declara que a partir
de esa fecha la Cabecera de este pueblo llevará el nombre de “villa de Chicoloapan de
Juárez”, en honor al presidente Benito Juárez. Por
unanimidad el cuerpo municipal acordó dar una manifestación de gratitud al
gobernador Jesús Lalanne y
a la Legislatura del Estado,
por esta designación que demostraba el celo que tenían por el “. . . progreso, bienestar y el
adelanto de los pueblos. .
.” que eran gobernados por ellos. Para ello, no está de más abordar un poco
sobre este personaje de la historia de México, apoyados desde la visión
de una breve historia de Chicoloapan vigente e innovadora; enmarcada por su
sencillez.
Si recordamos que la
hacienda fue en la Nueva
España y en el México independiente la unidad económica más
importante y se ubicó
como una propiedad territorial en la que sus dueños se hicieron de la tierra por
medio de las expropiaciones y el despojo de los pueblos indígenas, y que desde
tiempo atrás, esta situación prevalecía en el campo mexicano y se acentuó mucho
más, cuando a mediados del siglo XIX, con la ley de desamortización y deslinde de tierras, decretada
por los liberales y el gobierno de Juárez en 1856, la cual fue utilizada por
los ayuntamientos para controlar las demandas de los campesinos, que defendían
sus derechos de posesión de la tierra que habían heredado desde la época
preshipánica y la colonia.
El gobierno liberal
necesitaba, en 1868, establecer un orden y estabilidad social en el territorio mexicano,
tratar de desaparecer los problemas que existían en el campo entre peones y hacendados,
recomponer las relaciones de trabajo de posesión y propiedad de la tierra; con
la ley de desamortización,
quisieron cambiar las formas de propiedad y poner las tierras ociosas a
producir. Las comunidades que eran las dueñas de esas tierras, de los bosques,
de las aguas y los ejidos no aceptaron Ante este panorama, se acentuaron los conflictos que ya prevalecían desde tiempo atrás en el campo mexicano. La ley Lerdo provocó
el descontento de los trabajadores del campo que llegaron hasta la rebelión
armada, una de ellas fue el movimiento agrarista y de clases de Chalco y sus alrededores, en
el que participaron activamente los habitantes de Chicoloapan por conflictos añejos con la Hacienda de Costitlán y por litigios con propiedades
contiguas.
Además, como
consecuencia de esta ley, se inició una embestida por la tenencia de la tierra de parte de los hacendados
que pidieron terrenos de
adjudicación de
Ixtapaluca y Coatepec, que fueron dados a las fincas de Zoquiapan, Costitlán y
Tlalmimilolpan y sobre linderos con Temamatla y San Francisco Acuautla, en
Chalco y en San Vicente Chicoloapan. El fundamento principal de esta
lucha, fue también que los hombres del campo ya tenían un claro conocimiento
del largo proceso de despojo que
habían tenido a través de generaciones y al agotarse las vías legales de reclamación, estallan un
levantamiento encabezado por Julio López Chávez, en los años de 1867 y 1868.
Cuando a mediados de
1867, los pueblos de San Francisco Acuautla, Coatepec y San Vicente
Chicoloapan, preparan su movimiento armado; trataron de no romper con el
régimen liberal. Sus habitantes habían participado al lado de los liberales
durante la guerra de tres años y
en contra de la monarquía y la intervención francesa. Su lucha
real era hacia los hacendados que los oprimían cada vez más. Julio López Chávez nació
en San Francisco Acuautla y era un liberal y un patriota. Al terminar el año de 1867,
escriben al presidente Juárez, este fue un manifiesto llamado “República y Patria Mexicana”, cuyo único punto era pedir que se reformara la propiedad agraria,
con apego a los títulos originales de los pueblos. La idea que tenían del
gobernante, era la de un hombre justo, sin embargo, su peticióncontravenía la
visión de Estado moderno que en esos momentos existía, además de estar alejada
de las instituciones, leyes y el proyecto de nación que los liberales querían.
En sus inicios, el
objetivo principal de los levantados era
de unir y de entusiasmar a los habitantes para que los apoyaran con recursos;
recorrieron pueblos y haciendas repartiendo propaganda en la que comunicaban a
la gente que los hacendados ya no serían los dueños de las tierras de los
pueblos. Al inicio de la lucha trataron de no caer en el vandalismo. El centro
de la rebelión fue Chalco, pero al crecer lo apoyaron campesinos de Texcoco,
Chicoloapan, San Francisco Acuautla, Coatepec, Tlalmanalco, Amecameca, algunos
pueblos de Hidalgo, Morelos, Puebla y el sur del Distrito Federal.
Aunque Julio López Chávez y sus correligionarios trataron
de no quebrantar sus relaciones con el gobierno y escribieron varias veces al
presidente de la república para que intercediera entre ellos y los hacendados,
Juárez no contestó y sólo se limitó a estar informado de los acontecimientos.
La lucha real fue entre las autoridades locales, estatales y los
hacendados; éstos, estaban conscientes que el peligro principal se encontraba
en el apoyo popular que se daba a los levantados de parte de los pueblos de la
región y trataron por todos los medios de aplastarlos, aumentando el número de
soldados para sofocar el levantamiento, que llevó a intimidar a la ciudad de
Texcoco y a tomar Chimalhuacán.
La situación se hizo más tensa para los alzados porque
muchos de ellos regresaron a sus comunidades y otros terminaron por pedir el
indulto. Muchos de ellos se vieron favorecidos por éste, incluyendo a Julio
López Chávez y a Viviano Amaya. Las autoridades pensaron que con esto se
terminaría la rebelión, pero no fue así, las reclamaciones y escritos al
gobierno, amenazas y acciones armadas, no cambiaron el proceso de enajenación
de la tierra, los liberales no permitieron a los pueblos recuperar las
propiedades comunales, tuvieran o no títulos originales. Pocos fueron los que
se beneficiaron de la ley Lerdo sobre la desamortización y deslinde de tierras.
Al no ser escuchados rompieron con el régimen juarista al
sentirse traicionados y decepcionados por no tener de él ningún apoyo. A partir
de ese momento, se radicalizó el movimiento, los campesinos tomaron pueblos y
fincas, los actos de intimidación a los propietarios se acentuaron para que
entregaran sus tierras a los pueblos.
Las autoridades y los hacendados respondieron con el ejército y la represión. Se ordenó a los ayuntamientos de las comunidades cercanas a Chalco, como la de Chicoloapan, para que mandaran personas avisando a los seguidores de López, que serían reprimidos mandándolos a las filas del ejército o deportándolos a otros lugares como Yucatán.
Ante tal represión la gente empezó a temer, sobre todo cuando se hicieron efectivas estas acciones en los pueblos de Chalco, San Francisco Acuautla, Chicoloapan, Coatepec, y otros más. El general Jesús Cuellar, que al final había dirigido la represión junto con las autoridades estatales, locales, y los hacendados; vencieron militarmente a los levantados. Ya Miguel Lerdo de Tejada lo había definido, tenían que ser ellos quienes terminaran con el movimiento y no el gobierno.
Las autoridades y los hacendados respondieron con el ejército y la represión. Se ordenó a los ayuntamientos de las comunidades cercanas a Chalco, como la de Chicoloapan, para que mandaran personas avisando a los seguidores de López, que serían reprimidos mandándolos a las filas del ejército o deportándolos a otros lugares como Yucatán.
Ante tal represión la gente empezó a temer, sobre todo cuando se hicieron efectivas estas acciones en los pueblos de Chalco, San Francisco Acuautla, Chicoloapan, Coatepec, y otros más. El general Jesús Cuellar, que al final había dirigido la represión junto con las autoridades estatales, locales, y los hacendados; vencieron militarmente a los levantados. Ya Miguel Lerdo de Tejada lo había definido, tenían que ser ellos quienes terminaran con el movimiento y no el gobierno.
Al ser aprehendido Julio López Chávez, el 7 de julio de
1868, llevado a Chalco y notificado el presidente Juárez, el secretario de
guerra dispuso identificarlo y fusilarlo conforme a la ley del 6 de
diciembre de 1868. Lo ejecutaron al día siguiente. Los vecinos de
Coatepec y de Chicoloapan buscaron el indulto, pero Juárez se los negó porque
su movimiento afectaba el triunfo de la república, no podía permitir que un
levantamiento armado como el de Julio López Chávez, tan cercano a la ciudad de
México, donde se encontraban asentados los poderes de gobierno, fuera a
obstaculizar su proyecto de progreso en que se sentaron las bases de lo que hoy
es nuestra nación, de darle a los campesinos la categoría de ciudadanos, de
quitarle el poder a la jerarquía católica y a los conservadores; es decir, de
todo lo que implicara corporativismo; para imponer una propiedad privada e
individual.
La visión de transformar al país en un Estado moderno, y
sentar las bases del gobierno que ahora nos rige, la perspectiva de progreso
que los liberales tenían en ese momento para nuestro territorio, eran
contrarias a la de los hombres del campo. La rebelión armada de Chalco y de los
pueblos aledaños como Chicoloapan, fue una pelea por la tenencia de la tierra.
La historia da cuenta que el campesino tenía conciencia de
clase, del despojo sufrido desde generaciones anteriores; que a pesar de las
argucias que emplearon para defenderse, de las proclamas y escritos que enviaron
antes de llegar a una rebelión armada en contra de los hacendados, que se
habían adueñado por la fuerza, el engaño y la ignorancia de sus padres y de sus
abuelos de las tierras y de los recursos naturales que tenían para sobrevivir,
nunca tuvieron un respaldo jurídico ni moral que los defendiera, inclusive, el
mismo clero había participado junto con las autoridades y los dueños de las
fincas para arrebatar a los campesinos lo que siempre había sido suyo.
La forma en que el gobierno concibió lo que era justicia,
el querer convertir a los indígenas y a las etnias en ciudadanos de una
sociedad individualista y las tierras comunales en propiedad privada, lo
hicieron cómplice de las injusticias y del daño ocasionado al campo mexicano;
que ante tanta inequidad, aterrizó en una revolución social y burguesa en 1910,
que involucró a todo el pueblo de México.
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