Hoy nos vamos hasta el Mesolítico, una época muy interesante de transición entre las sociedades cazadoras-recolectoras y la aparición de la agricultura. Hace unos 9.000 años.
El último periodo glacial está dando sus coletazos finales. En Europa la tundra va cediendo paso a los grandes bosques con lo cual las grandes manadas de renos y caballos desaparecen del escenario cinegético. Los Pueblos que habitaban la región están viviendo profundos cambios en su entorno a los que deben adaptarse si quieren comer. Así que el jabalí, los cérvidos o los conejos comienzan a formar la base de una dieta en la que la pesca cobrará ahora mucha más importancia.
Todos estos cambios van a tener un reflejo perfecto en la tumba de La Mujer de Bad Dürrenberg.
En esa localidad encontramos un enterramiento excepcional. Se trata de una mujer a la que sepultaron sobre un lecho de ocre (la almagra, óxido de hierro, es un elemento frecuente en los enterramientos prehistóricos). Entre las piernas de la mujer sepultaron también a un niño de unos 12 meses de edad. El ajuar funerario depositado en la tumba era extraordinario: varias hojas de sílex, dos agujas de hueso para remedar redes, un pico, un hacha de piedra pulimentada (tecnología punta en ese contexto temporal) y diversos adornos de colmillo de jabalí. También se encontraron dos huesos de grulla, uno de castor y otro de ciervo, 16 incisivos también de ciervo, dos fragmentos de cráneo de corzo con cornamenta que encajan entre sí, tres caparazones de galápago europeo y 120 caracoles de agua dulce. Finalmente. un estuche de hueso de grulla contenía 31 hojas de sílex diminutas. ¿Un maletín de médico?
La naturaleza y magnificencia de las ofrendas han llevado a pensar que nos encontramos ante lo que fue una poderosa chamana.
El artista James Dilley la ha reproducido con una indumentaria creada a partir de esos restos.
fuente: facebook: ArqueoEduca
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